lunes, 27 de septiembre de 2004

La mano que mece la... (Capítulo IX)

Pero el deseo de oir el sonido de aquel teléfono se transformó súbitamente en el deseo ardiente de besar esos labios nuevos, suaves, tan diferentes a lo que yo estaba acostumbrada. Fascinada por la suavidad de aquella piel, olvidé por completo dónde estaba, con quién estaba, que estaba atada a aquella cama... fué entonces cuando las necesidades fisiológicas empezaron a darme avisos...
-Leila, necesito ir al baño-

Entonces comenzó a desatarme delicadamente de aquella camilla horrorosa. Me acompañó al baño y mientas orinaba, ella seguía allí, mirándome.
-¿Sabes como me llamo, por casualidad?- le pregunté, por hablar de algo, ya que no podía concentrarme en hacer mis labores mientras aquellos preciosos ojos se me clavaban.
- Por su puesto, sé mucho más de tí de lo que te puedas imaginar
- Uuuuuuh! Qué excitante- Exclamé con tono hirónico y un poco harta de todo el enigma que me estaba rodeando. -¿También sabes la marca de condones que uso para follar con mi novio?-
-aaaaaaaaajajajaja -Se destornilló de la risa-. ¿Qué novio, bonita? ¿Te refieres al 4X4 que tienes aparcado en tu cama algunas noches? ¿Roberto?... Bueno, te diré, Elena, que Roberto es un desastre en la cama. Y si es tu NOVIO, deberías ponerle un contador de mujeres en el pene... tal vez cambiarías esa denominación por otra un poco menos posesiva... algo así como llamarlo por su própio nombre si eres diplomática o bien... CERDO, si eres poco original.
-No me lo puedo creer- suspiré, -sabes más de mi vida que yó misma-. - Claro que igual todo es mentira, Leila-

Dispuse levantarme de la taza del water ya que hacía tiempo que había terminado... y le pedí que no me volviera a meter en aquella habitación. Ella aceptó orgullosa de mis súplicas y me invitó a irme de la casa.

-Está bien- dije, sin saber muy bien si lo que deseaba era irme o quedarme -Ya sabes mi número de teléfono-

Y caminé hacia la puerta moviendo las caderas a ritmo seductor, con la idea de que me volviera a secuestrar si era capáz o si no lo era, dejarla con el deseo de volver a llamarme.

...Continuará...
Capítulo X
Capítulo VIII

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