Insomnio Fructífero

Una de las pocas buenas cosas que tiene mi obligado velar nocturno cuando no tengo compromisos que cumplir es la posibilidad del ocio pausado y onanista: la lectura. Por fin he podido terminar el último libro asignado a los viajes en autobús. Se trata de "Monstruos sagrados. Grandes actores y sus caracterizaciones en la historia del cine de terror" (Doug Bradley, Ed. Nuer, 1998). La publicación ampliada de una conferencia con la que el autor ha recorrido medio mundo. Comienza con un breve pero intenso repaso antropológico a las funciones de la máscara en las relaciones sociales del ser humano consustanciadas en la interpretación chamánica y posteriormene en el teatro clásico. Tras esa pequeña puesta en escena repasa TODA la historia de aquellos personajes del cine de terror que han llevado algún tipo de máscara en su interpretación - desde Lon "Quasimodo" Chaney hasta Robert "Freddy" Englund -, con comentarios sobre las técnicas aplicadas, anécdotas... Aderezados con algunos comentarios irónicos bastante certeros que te acercan al contenido del libro y al autor mismo.

Pero la curiosidad más gratificante es que el autor es el actor que interpreta a "Pinhead" en la saga "Hellraiser": Doug Bradley. De manera que cuando llega el momento de comentar "Hellraiser" estás leyendo opininiones e información de primera mano, y eso es de incalculable valor.
Para que podáis haceros una idea de lo edificante de su lectura os transcribo una pequeña anécdota que se ha convertido, junto con un razonamiento del gran Vincent Price, en mi pasaje favorito del libro. En esta parte narra la forma que tuvo de enfrentar el personaje en el primer film de la saga:

...La primera cosa que me saltó de las páginas era la naturaleza del lenguaje que Clive (Barker) había elegido para Pinhead. Era un demonio del piercing, un arrebatador de almas del infierno que gustaba de conversar y lo hacía con un orgulloso y autoconsciente, casi ostentoso, amor por el lenguaje y la frase construida. He aquí un monstruo que no estaría fuera de lugar en una fiesta con Noel Coward y Oscar Wilde...
La frase "Sin lágrimas, por favor. Es un desperdicio de buen sufrimiento" fue la primera que llamó mi atención... no quería arrastrarme al estilo suelto e irónico del Freddy de Robert Englund. Freddy, deduje, era rock'n'roll. Pinhead tenía que ser música clásica, probablemente una misa de réquiem.
De hecho, encontré una breve pieza de Antonio Vivaldi por aquel entonces que se convirtió en mi "música para el estado de ánimo de Pinhead". Llamada "Al Santo Sepolcro", su apertura similar a la de una pieza de música orquestal moderna y aunque se desplaza rápidamente hacia las armonías familiares de Vivaldi, siempre mantiene la amenaza de caer en la disonancia. La pieza progresa en una agonía exquisita, caminando por el filo de un chuchillo que dividiera la belleza de la desfiguración, la alegría del llanto, la alegría de la pena, el placer del dolor... Perfecta

Con "Hellraiser" se ganó mi admiración, con este libro se ha ganado mi respeto.
Busqué la pieza de Vivaldi por curiosidad y hace unos días la conseguí. No os miento: es emocionante, es enternecedora, es preciosa (en todo el significado perdido por este calificativo). La cultura al servicio de la cultura.

Sin lágrimas, por favor. Es un desperdicio de buen sufrimiento

¿No os produce una sonrisita maliciosa y autocomplaciente?